¿Cuántas veces has sido defraudado por alguien?
¿Cuántas veces ha sido culpa de esa persona defraudarte?
Pensamos que las personas son de una forma.
Depositamos confianza y esperanza en su forma de actuar.
En lo que harían. En lo que dirían. En cómo responderían si fueran “como nosotros”.
Y cuando no lo hacen, ¡pum!
"Menudo fraude", decimos.
Nos sentimos heridos, traicionados, defraudados.
"La decepción no es más que la distancia entre nuestras expectativas y la realidad." — Ryan Holiday.
Pero hay un gran error en ese pensamiento.
Uno que repetimos una y otra vez sin darnos cuenta.
Las personas no son como queremos que sean.
Son como son.
Y cuanto antes lo aceptes, menos sufrimiento te generará su comportamiento.
Deja de nadar contra corriente.
Deja de esperar lo que tú darías.
Deja de imaginar versiones de la gente que no existen.
Tu peor error es creer que los demás actuarían como tú en la misma situación.
"La expectativa es la raíz de toda desilusión." — William Shakespeare.
Y lo cierto es que no lo harán.
Porque no tienen tu historia, ni tus heridas, ni tus valores, ni tu forma de mirar la vida.
Cada persona es un mundo.
Y tu paz empieza cuando dejas de exigir que todos vivan en el tuyo.
Aceptarlo no es resignarse.
Aceptarlo es entender que no todos piensan como tú.
Que no todos sienten igual.
Que no todos tienen el mismo nivel de conciencia, ni los mismos valores, ni la misma forma de amar.
Y que eso no los convierte en malos.
Sólo los convierte en diferentes.
El error no está en confiar.
El error está en idealizar.
En construir castillos de expectativas y luego enfadarte cuando no caben en la realidad.
Esperas que te contesten como tú lo harías.
Esperas que te escuchen con la misma atención que tú prestas.
Esperas que te apoyen como tú apoyas.
Esperas que se queden cuando tú también te quedarías.
Pero esperar no es amar.
Esperar es proyectar.
Y cada vez que proyectas, te alejas de lo que realmente es.
Hay gente que no puede darte lo que tú sí sabes dar.
Hay gente que no sabe cuidar, que no sabe quedarse, que no sabe pedir perdón.
Y duele, sí.
Pero más duele cuando luchas contra esa evidencia.
A veces, para estar en paz, no necesitas cambiar a nadie.
Sólo necesitas cambiar tu manera de mirar.
"La paz interior llega cuando dejas de intentar cambiar a los demás y te enfocas en cambiar tu forma de reaccionar ante ellos."
— Jack Kornfield.
La decepción nace de esperar versiones de los demás que no existen.
Cuando sueltas esa expectativa, algo dentro de ti se calma.
Ya no luchas por cambiar al otro.
Ya no suplicas algo que no llega.
Ya no fuerzas encajar donde no hay espacio para ti.
Aceptar no es conformarse.
Aceptar es cuidarte.
Porque no se trata de endurecerte.
Se trata de ser más tú, con límites sanos y expectativas realistas.
Ama sin exigir.
Confía sin idealizar.
Y suelta sin rencor.
Lo más sabio no es cambiar a los demás, sino dejar de esperar que sean tú.
Hasta el próximo mail,
eagy.

Siempre es bueno releer cosas como estas, por mi parte me siento identificado al 💯por 💯, gracias por tan inteligentes y sabias lecciones que públicas